22 de marzo de 2008

Mi Madrugá

Como bien sabéis, este año no he podido hacer estación de penitencia detrás de mi Cristo de la Salud (Los Gitanos). Sin embargo, no me he perdido una sola cofradía bien por la televisión o por la radio. A eso de las 00:00 horas estaba comenzando a escribir la entrada anterior mientras escuchaba de fondo por la radio la salida de la Cruz de Guía de la Esperanza Macarena. Del mismo modo, escuché hora más tarde la salida de la hermandad del Silencio y Gran Poder.

En Campana pude comprobar por la televisión (Sevilla Tv) la impresionante y magnífica entrada de la cofradía que sale de San Antonio Abad. Sin mediar ninguna palabra y haciendo honor al nombre de la hermandad, un nazareno esbelto y con muchas madrugás vividas se presentó delante del palquillo y entregó al ‘bueno’ de Manuel Román (presidente del Consejo de Cofradías) un papel en el que se pedía la venia para hacer estación de penitencia a la S.I. Catedral de Sevilla. Román acepto el permiso y con unas sentidas palabras agradeció el gesto. El nazareno, sin mediar palabras, inclinó su cabeza en forma de agradecimiento, se dio media vuelta y dirigiéndose a su Cruz de Guía mandó con su mano que iniciaran la entrada en Campana. Sevilla comenzó a escuchar el Silencio de esta cofradía. Orden sin igual y con rapidez en el paso fueron pasando nazarenos y nazarenos de la primitiva hermandad de El Silencio. Una hermandad fundada en 1420 comenzaba a discurrir por la madrugá de 2008. Impresionante. Pronto, (ya que no suman más 800 nazarenos), apareció el Nazareno de Sevilla con su andar tan particular y al son de una música de capilla (La Saeta del Silencio). Silencio por los cuatro costaos. Sevilla escucha y ve pasar a su Nazareno. Posteriormente, la Imagen de la Virgen que tallara el magnífico Sebastián Santos inspirándose en su propia hermana entra en Campana perfumando de azahar a toda Sevilla. Grandioso y particular palio.

A su paso, la Cruz de Guía que tanto anhela ver Sevilla. Y comienzan a pasar y pasar nazarenos… es cuando me acuerdo de mi amigo el Aguaó. ¿Será este que sostiene un rosario y pisa descalzo? ¿será Ramsés este otro que lleva un estandarte? ¿llevará quizás una cruz? ¿y si lleva un cántaro de agua para dar de beber a los ángeles que llevan al Señor de Sevilla? De repente, aparece la Imagen de Dios caminando con una túnica que sólo vieron nuestros abuelos o bisabuelos. Sevilla enmudece al ver pasar al Señor del Gran Poder. Aunque sea por la televisión impresiona verlo. Trago saliva y le doy gracias por poder verle un año más. Aún no había terminado de rezarle cuando comienza a andar más deprisa camino de la calle Sierpes. Se aleja. Me despido. Hasta el año que viene si Dios quiere, bueno, si tú quieres Señor. Tiempo después, y aún sin quitarme a este Cristo de la mente aparece Su madre del Mayor Dolor y Traspaso. Palio clásico, costumbrista y bien perfumado. Una Virgen que va sufriendo con un recogimiento espectacular.

De repente Sevilla cambia de aspecto. Comienzan los primeros cafés de la madrugá. Las primeras de muchas visitas a los bares adyacentes. Comienzo a tener sueño sentado en el sillón de casa y decido beberme una coca cola, la noche promete y no puedo dejar descansar mi cuerpo. Todo un año esperando. Estoy viviendo, aunque de una manera especial la noche más mágica de las que existen en Sevilla.

Al cabo del buen tiempo comienzan a oírse de lejos los primeros sones macarenos… La Sentencia se hace dueña y señora de la Campana con sus redobles de tambores tan característicos. El paso de misterio entra con mucha finura, clase y elegancia. Se escucha la primera gran ovación sonora de la noche. Tiempo de otro ‘cafelito’, los nazarenos son muchos, este año, concretamente 2.900. Me pregunto: ¿hasta dónde vamos a llegar?; Al fin se vislumbra la Esperanza Macarena. Desde casi su salida no he quitado oído de la radio, puesto que han narrado casi todo el recorrido hasta bien alcanzada la carrera oficial. Reconozco que a veces me preguntaba ¿no hay más cofradías que la Macarena en la calle? Pero cuando llegó Ella comprendí todo. Majestuosa, fina y elegante entra la Esperanza Macarena en Campana. Sevilla impresionada sabe darle la bienvenida. La banda interpreta todas y cuantas marchas tiene esta Virgen dedicada. Con el mismo paso de costaleros recorre la plaza entera. Impresionante la carita de la gente a su paso. La televisión toma un primer plano de la Virgen y es cuando confirmo la magia de esta noche. Se aleja camino Sierpes y exclamo para mí: hasta luego Macarena. Sevilla le despide en pie, ha pasado la Madre de Dios.

Una vez más los sevillanos vuelven a tomar otro aspecto. Otro cafelito pá el cuerpo, ya van unos cuántos. Veo pasar la cofradía del Calvario. Me encanta esa Imagen del Señor en la Cruz. Nazarenos de capa alegran casi el amanecer del día. Ha llegado otra cofradía de Triana, esta más marinera que ninguna.

Miro el reloj y me doy cuenta del retraso mayúsculo que está habiendo. Me acuerdo entonces de mis familiares, amigos y hermanos que seguramente estarán parados desde hace más de una hora esperando a que pase la cofradía trianera. Los costaleros enfriándose y capataces sin saber qué hacer. Más de lo mismo. Un año más, el cuerpo de nazarenos de Los Gitanos vuelve a sufrir en sus carnes un buen retraso. Y un año más me vuelvo a preguntar: ¿cómo el Consejo de Cofradías no pone solución a este asunto? Y es que la Cruz de Guía de la Hermandad de Los Gitanos llega a su hora a la Campana pero como siempre, tiene que esperar cerca o más de una hora parada a que pase la cofradía que le precede. Por supuesto no culpo a ninguna cofradía, sinceramente, pero sí que culpo a los responsables de esta organización. El Consejo de Cofradías de Sevilla no debería consentir que ningún cuerpo de nazarenos sufra ningún retraso si la Cruz de Guía llega a su hora a la Campana. Soluciones las hay, por su puesto, como entrar más tarde y así no padecer ningún retraso pero esto no lo admiten puesto que la Catedral encima exige llegar a una hora amenazando con cerrar sus puertas. Esto que os cuento es totalmente cierto hasta el punto de que este año la Virgen de las Angustias de Los Gitanos ha tenido que darse una prisa enorme por la avenida de la Constitución con el temor de que cerrasen las puertas de la S.I. Catedral. Como si la culpa del retraso fuera de la propia cofradía. Como digo, una asignatura pendiente para el consejo de cofradías.

Volviendo a la noche mágica, Triana llegó al son de solos de cornetas maravillando al personal. El paso del Stmo. Cristo de las Tres Caídas entró en Campana poniendo la plaza ‘boca abajo’, tal y como ellos mismos dicen. Su paso particular y característico volvió un año más a arrancar más de un óle en la Campana y aplausos que calentaban la madrugá. Algo que me gustó mucho este año de la cuadrilla de costaleros fue que no abusaron del pasito hacia atrás que levanta tantas críticas entre puristas y progresistas cofrades. Sin ir más lejos, el Hermano Mayor de la Hermandad pidió en la salida que se podía poner la Campana boca abajo sin tener que dar ningún paso atrás (El Llamador). Finalmente Sevilla, siempre sabia, despidió con óles al paso de Cristo. Poco después, llegó por medio de un mar de pétalos la Esperanza de Triana. Nada más poner sus primeros pasos en la plaza Sevilla comienza a aplaudir. La morena y guapa Virgen de la Esperanza derrochó alegría y esplendor por toda la plaza. Exorno floral característico y de estilo propio. Sevilla se rinde ante esta Reina marinera de viene desde la otra orilla de la ciudad. Al grito de algún que otro ¡guapa! el paso camina con gracia y arte por la Campana. Revirá de libro y camino hacia Sierpes. Se despide como nadie y Sevilla le aplaude al más puro estilo trianero. Grandes aplausos para decir adiós a la Virgen guapa de la calle pureza.

Ya por fin entra la Cruz de Guía de la hermandad de Los Gitanos. Este año más tarde que nunca. A pesar de la hora Sevilla permanece al completo, algo que es de agradecer. Pronto llega el Señor de la Salud, en esta ocasión desde la esquina más cercana al Corte Inglés de la plaza del Duque. Como siempre, el Cristo de los Gitanos ofrece a Sevilla una larga y sentida chicotá que pone a la Campana una vez más en pie. Se escuchan los aplausos más largos que se han dado hasta el momento en Campana. Llega la Virgen de las Angustias ya de mañana. Sobre un mar de pétalos que tiran desde una de las azoteas hace su entrada la Virgen de Los Gitanos. Sevilla, con menos personas, sabe apreciar lo bueno y despide a la Virgen morena y guapa de las Angustias con un sonoro aplauso. Termina la madrugá. Caras cansadas pero de satisfacción reinan en los rostros de los presentes. Vaya madrugá de oro. Ha merecido la pena.

Echo una corta cabezada y despierto para ir en la búsqueda de la Esperanza Macarena. Tomo la calle Feria y tras un buen rato de espera decido buscar el palio. Me coloco al final de la calle Santa Ángela ¡qué me gusta el ambiente que se respira un Viernes Santo por la mañana! Con multitud de personas a mi alrededor descubro que el palio viene ya de camino por Santa Ángela. Lluvia de pétalos cuando deja a las monjitas de la Cruz. Diez minutos después la tengo a mi vera, pero eso sí, con la bulla me he alejado de quienes me acompañaban y me he colocado sin querer a centímetros de los respiraderos. Con la mirada busco a mi mujer embarazada y a mi madre que le acompaña. Están a pocos metros detrás de mí. Ya tranquilo miro hacia arriba y la veo al fin. La observo bien de cerca mientras monjitas rezan en voz alta. No soy capaz de concentrarme. Me siento sólo ante Ella aunque esté rodeado de miles de personas. Hablo con Ella y le doy gracias por todo y por todos. Pienso que esto puedo ser lo más parecido al Cielo. Aunque critico a veces cuando escucho gritarle guapa, se me escapa un ¡guapa! muy flojito, como si me saliera desde dentro. No lo he podido evitar y la persona que tengo a mi lado, única cómplice de mi exclamación sigilosa, sin conocerme de nada me dice sin mirarme: guapa es poco, miarma. Tres golpes en el llamador y el paso se eleva. Tan sólo he logrado rezarle una Salve. Han sido largos minutos pero me han parecido escasos segundos. Se aleja al son de Macarena ¡Cómo la llevan Dios mío! Antes de alejarse la miro por última vez y le digo para mi: ¡Chiquilla, Tú si que eres la Madre de Dios! Puede que enloqueciera pero para mí que me sonrío y se alejó camino de San Juan de la Palma. Nunca lo olvidaré.
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Más tarde fui al encuentro de mi Cristo de la Salud. Parecía imposible que pudiera vivir otro momento tan precioso después de todo pero la suerte me guardaba otra sorpresa. Me planté en la sevillana plaza de la Alfalfa, esta vez con mi madre como acompañante. Algo inusual, cierto, pero precioso. Cuando menos me lo esperaba entraba el Señor de la Salud en la plaza al son de una marcha que me quita los cinco sentíos: Al compás de la Laguna.


El paso caminaba muy despacito y tan sólo se apreciaba un leve balanceo de la túnica del Señor de la Salud, no mucho, pero lo suficiente como para arrancar un ¡óle! y derramar alguna que otra lágrima. Parece que termina la marcha cuando otra nueva se entremete. Han pasado más de cinco minutos y el paso tan sólo ha ganado pocos metros. Esto sí que es de libro. Sin perder el paso ni un segundo el mismo compás el sol entre las ramas de los árboles de la Alfalfa se posa en la carita de Bronce de este Cristo Moreno. Es como, y perdonar por el símil, si estuviera viendo un paseíllo por el albero de la Maestranza a Curro Romero, o una media verónica con el capote de Rafael de Paula ¡Qué arte más grande! Continua la marcha y suena otra mientras que el Señor de la Salud no deja de andar como siempre. Una forma de andar fina, elegante y sentía impropia quizás de la raza gitana, más acostumbrada a extravagancias y folklore, pero capaz de arrancar los más puros sentimientos, sean payos o gitanos. Cerca ya del lugar en el que me encuentro de pie escucho la voz de ese capataz joven y gitano llamado Juanma Martín con el que tengo la suerte de compartir amistad. Y es que este joven, gracias a la confianza de su padre, ha sabido ganarse no sólo a una Hermandad de más de 6.000 hermanos, sino a una ciudad entera como Sevilla tan especial con sus cosas. Él ha sabido transmitir a costaleros esta forma tan peculiar de pasear un paso por Sevilla. No me equivoco al afirmar que será uno de los grandes capataces de Sevilla por su valentía, coraje y forma de llevar los pasos. En más de una ocasión me ha dicho eso de: es que el Señor de la Salud anda bien sólo, no le hace falta capataz alguno. Pero no lo creo del todo, él ha sabido impregnar de arte a este paso imprimiendo a costaleros una forma muy propia de llevar un paso por Sevilla. Las marchas siguen unas tras otras y el paso del Señor de la Salud no arría. La Alfalfa continua escuchando y siente como nadie. No hay que olvidar que esta plaza sabe mucho de cofradías. Es cuando la voz de este joven capataz se escucha más que nunca animando a sus costaleros y mandando a que sigan con el mismo paso. Ya muy cerca pretendo acercarme para saludar a este joven amigo y felicitarle por el trabajo -de arte- que lleva durante toda la noche pero veo que no es momento. Antes de que se aleje el paso del Señor aprovecho para decirle mis últimas palabras, para pedirle Salud para los míos y para darle gracias por verle un año más. Comienza a alejarse, despacito, como siempre, como sin querer molestar. Es cuando me entristezco y me doy cuenta de que lo todo lo bueno se termina más tarde o temprano. Es cuando siento que la Semana Santa de este año está tomando la última calle. Aún de espaldas, mi Cristo de Los Gitanos sigue derrochando arte y finura. ¡Adiós, Manué! Hasta el año que viene si tú quieres, escucho decir a una mujer muy mayor que estaba llorando a mi vera. Finalmente se arría el paso. La Alfalfa agradece la larga chicotá y aplaude con gran ovación incluida. Miro a mi alrededor y compruebo caras de asombro, alegrías y sobre todo satisfacción. Una vez más, el Señor de la Salud había desprendido pasión y fervor entre los presentes, que es de lo que se trata. Alejé mi mirada de su paso y me dije: ha merecido la pena esperarlo un año entero para verlo andar por Sevilla. Seguidamente esperé a mi Virgen de las Angustias y tan sólo os puedo decir que terminé el día respirando y oliendo a canela y clavo. Cuando llegué a casa me pellizqué y me di cuenta de que todo cuanto había vivido en pocas horas había sido real. La noche mágica de Sevilla me cautivó al completo, la viví como pude y tal como la he sentido así os la he contado. Perdonar la extensión, pero no es para menos.

13 comentarios:

aiNOha dijo...

No te disculpes por la extensión, pues ha sido maravilloso poder leerte.
No has dejado mucho por decir, asi que seré muy breve...sencillamente PRECIOSO.

Estuve en la Alfalfa viendo a tu Señor de la Salud. Me acordé de ti, y la verdad es que mereció la pena haber estado esperando.
Como cada una de las hermandades de la Madrugá.

La mia estuvo completita.
La noche comenzó viendo pasar a mi Macarena por la calle Trajano, como cada año, pasando por la misma puerta de casa de mi tio...Preciosa...

aiNOha dijo...

AYY!! se me olvidó preguntarte, como anda tu señora???

Un besito!

El Caliz de la Canina dijo...

Todo como fue Hispalis.La verdad es que me dió pena el retraso que tuvo los Gitanos.

Yo estuve parado en Reyes Católicos cerca de 40 min.

En fin me ha gustado como has descrito la Madrugada.

La Canina seguirá cavilando .....

Híspalis dijo...

Gracias por tus palabras Ainoha. ¡Qué casualidad que estuviéramos en la misma Alfalfa! Fue precioso ¿verdad? Respecto a la señora Híspalis, está bien con grandes molestias pero bien. Deseando de que llegue el momento... Gracias por tu interés Ainoha. Un beso.

los_gitanos_1993 dijo...

Impresionante la Madrugá de Sevilla.

Híspalis, hay que ver como transmites, has hecho que se me salten las lágrimas mientras leía cómo veías al Señor de la Salud en la Alfalfa.

Mi madrugá fue algo intensa:
Toqué en la Cruz de Guía de mi Hermandad de Los Gitanos, en la agrupación musical María Stma. de Las Angustias Coronada.
Estuve todo el camino escuchando la radio, pendiente de mi Señor de la Salud, pero por supuesto tocando bien y guardando respeto, demostrando lo buenos que son los niños de Los Gitanos.
En la Plaza de la Encarnación salía del recorrido de la Cruz de Guía, y me iba hacia la Plaza Virgen de Los Reyes. Allí tuve la ocasión de ver La Macarena, el Calvario, Triana..., y a la vez iba escuchando al Señor de la Salud en Campana (la de aplausos que arrancó. Como siempre...).
Luego volví a unirme a la Cruz de Guía a la salida de la Catedral hasta la entrada.
Solo pude ver la entrada del Manué. Aquello fue impresionante...
LLegó caminando por tientos, luego le tocaron la Saeta, y para rematar Al Cristo de Los Faroles.

Magnífica Madrugá sevillana.

Un fuerte abrazo.

el aguaó dijo...

No es para menos amigo. Tengo que darte las gracias. No me queda otra...

Gracias por narrarme La Madrugá que yo viví bajo mi túnica, ceñido con esparto y ruán. He podido sentir todo aquello que has ido describiéndome amigo.

Y gracias por tus amables palabras. Gracias por esta frase ¿y si lleva un cántaro de agua para dar de beber a los ángeles que llevan al Señor de Sevilla?. Bellísimo. Me has conmovido, una vez más.

Un fortísimo abrazo amigo Híspalis.

La gata Roma dijo...

Pues me alegro de que vivieras una buena Madrugá... Me ha encantado que hables de Juanma que aunque no lo conozco personalmente, desde hace años me parece un capatáz increible y del que muchos con más apellido o aires de grandeza, que los hay aunque no tienen porqué ir unidos, podrían aprender. Comparto tu gusto por esa marcha con aromas de Molviedro, y sobre el retraso, tu dices que no le hechas la culpa a ninguna hermandad, pues yo lo siento pero´sí se la hecho. El retraso claro, es algo acomulativo, pero con un poquito de esfuerzo y solidaridad por parte de todos se podría subsanar, y que Los Gitanos no sufra ese parón a esas horas... Y claro, que si quien puede interviniese esto se podría arreglar un poco.
En fin, ya se nos va otra Semana Santa, y que vacio deja...
Espero que la señora Híspalis siga bien y no tenga que esperar mucho más.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Magnífico relato.

Ahora solo falta que llegue pronto vuestra hija.

Todo saldrá bien.

Un abrazo.

Reyes dijo...

Magnífico relato.
Yo me levanté a las 6, y a toda prisa cogí el coche para poder ver la Macarena.
Mi sorpresa fue que al llegar me dio tiempo (tuve que correr incluso )y pude ver el Gran Poder y el Calvario.
Lo que me ocurrió con la Macarena os lo contaré en una entrada.
Fue increible.

Espero que tu mujer esté bien.

Un beso.

Anónimo dijo...

Gracias por hacerme recordar mi primera e inolvidable Madrugá desde Sevilla. Muchos años llevaba esperando ese momento y este año lo hice realidad. Gracias porque no puedo ni quiero olvidar lo que viví en Sevilla en esos benditos dias que me han hecho querer volver cada año como es mi intención.
Gracias a tu Cristo Gitano, porque hizo que las lágrimas de un leonés bañaran la tierra de María Santísima en la Cuesta del Bacalao no pudiendo soportar tanta emoción al paso de Manué. Desde entonces, sólo vivo y pienso en Gitano. Que Dios os bendiga hermanos.

Antonio dijo...

En la Cuarentena Sevillana cuando sólo quedaba un día confesé una de mis perdiciones...

Saludos

Antonio

Anónimo dijo...

bueno yo soy de murcia y puedo decir que como la madruga de SEVILLA , no hay nada ni siquiera similar, esa macarena, ese cachorro, esa esperanza de triana, pero ese peazo de CRISTO DE LOS GITANOS , solo puede estar en SEVILLA, porque sevilla es unica. Llevo dos años visitando vuestra semana santa y espero poder volver el resto de mi vida

Anónimo dijo...

bueno yo soy de murcia y puedo decir que como la madruga de SEVILLA , no hay nada ni siquiera similar, esa macarena, ese cachorro, esa esperanza de triana, pero ese peazo de CRISTO DE LOS GITANOS , solo puede estar en SEVILLA, porque sevilla es unica. Llevo dos años visitando vuestra semana santa y espero poder volver el resto de mi vida