16 de mayo de 2008

Bajo naranjos

Dicen que existen lugares con encanto, lugares con ese embrujo especial, con ese no sé qué, que qué sé yo, que los hace mágicos, inolvidables. Dicen que existen lugares que deben ser enseñados de la mano, de la mano de esa persona que sabes no olvidarás, de esa persona que te ha visto amar y sufrir, que deseas que te vea amar y sufrir. Lugares en los que se lanzan ‘te quieros’ y ‘para siempre’ mientras transcurren las horas como si fueran minutos, segundos. Lugares en los que nada importa, nadie importa. Tan sólo un tú y un yo. Y en los que la realidad se transforma en palabras de amor y las palabras en miradas, y las miradas en besos. En besos tímidos que poquito a poco se convierten en atrevidos, en besos sensuales, en besos que crean adicción.

Dicen que todos debiéramos de tener uno de estos lugares con los que primero soñáramos para después recordarlos y volverlos a soñar para poder vivirlos de nuevo. Y dicen que Sevilla, nuestra Sevilla, los tiene. Rincones, esquinas, callejuelas, puentes e incluso orillas, como la de nuestro Guadalquivir a la verita del nazareno de la O. El mío, mi rincón, es el lugar en el que según el rumor popular ‘nació’ doña Inés de Ulloa, el inmortal amor de don Juan Tenorio, el lugar en el que estrenó sus obras el mismísimo don Miguel de Cervantes, donde dicen escribió la primera parte de Don Quijote. Es, como canta la tuna, la preciosa Plaza de Doña Elvira.

La coqueta y preciosa Plaza de Doña Elvira en la que un buen día, y bajo naranjos y el rumor de una fuente, muchos enamorados han confirmado un amor. Bajo un cielo estrellado tratando de abrazar un noche fría de invierno. Un marco perfecto, un olor perfecto, una persona perfecta... mi persona perfecta... y ahí es donde, cómo quien no quiere... pero quiere… confirmé lo que ya sabía, que olvidar no es tan fácil. Que no olvidaría, que no podría olvidar. Confirmé que el amor no es una ciencia exacta en la que añades o eliminas ingredientes para lograr el estado deseado, o como alguien que conozco diría, el sentimiento correcto. Y confirmé que aquello que sentía era amor.

Un lugar al que hoy toca recordar para soñar con vivirlo de nuevo, en el mismo banco, con la misma persona, con las mismas palabras, con las mismas miradas y los mismos besos. Porque como dice Paulo Coehlo, “nunca desistas de un sueño, sólo trata de ver las señales que te lleven a él”.

2 comentarios:

María_azahar dijo...

Una copla flamenca dice:

"De todas las potencias
hay una sola
que no me hayas robado
y es la memoria.
Mucho la estimo,
porque vivo por ella
siempre contigo."

Y...¿Qué mejor lugar que la Plaza de Doña Elvira para tener presente a la persona amada?

Preciosa la entrada, Híspalis, con esos maravillosos guiños literarios. Me ha encantado.

Besos.

Herodes Antipas dijo...

Buena entrada, y mejor rincón.
Un abrazo.