5 de octubre de 2008

Laura con seis meses de vida

¿Sabíais cuántas veces ríe de verdad un bebé al cabo del día? Unas 300 veces. ¿Y un adulto? De dos a tres veces diarias. Impresiona la diferencia ¿verdad?

Como podéis intuir, Laura, con seis meses de vida, cumple a la perfección esta regla, es más, yo diría que supera las 300 veces diarias. En algo más de seis meses he aprendido, gracias a ella, multidud de cosas, pero sin duda lo que más me ha llamado la atención es la alegría que transmiten estos maravillosos 'personajes'. Siempre alegre, Laura me enseña que no debo nunca de dejar de sonreir ante la vida. Es la primera vez que lo cuento pero nunca olvidaré una tarde en la que nos quedamos los dos a solas. Estaba junto a ella en la cuna, jugando juntos, cuando de repente mi ojos se poblaron de lágrimas como impotencia ante un problema que me rondaba la mente. Intenté evitarlo, lo prometo, pero no pude. Mis pensamientos estaban encapotados de color gris, eran días duros. Miré hacia otro lugar pero ella se dio cuenta. Comenzó entonces a llamar mi atención, me sequé las lágrimas antes de mirarla pero ya era tarde. Estaba fijamente observándome. Para ella era algo nuevo. Se puso seria, muy seria de momento, como preocupada o temerosa, sin retirar su mirada. La situación me entristeció tanto que no pude aguantar el llanto más y decidí mirarle a los ojos intentando que lo viera como algo normal, sin importancia. Me sentí fatal, lo último que hubiera querido era que me viera así de abatido. Continuaba seria sin quitarme la vista de encima pero rápidamente sacó una gran sonrisa. Mirándome fijamente a los ojos empezó a reirse a carcajadas mientras yo me desahogaba. No me lo podía creer pero con tan poco de vida me estaba consolando como nadie. Mientras más lloraba más se reía. Era como si quisiera alegrarme de todas todas. Y bien que lo hizo. No queria verme así e intentó por todos los medios que cambiara el llanto por una sonrisa. Hasta que lo logró. No le hizo falta hablar para enseñarme a sonreir ante un problema. Y no es poco.

Le di las gracias bajito, le besé y seguimos jugando riéndonos juntos.

16 comentarios:

Híspalis dijo...

He dudado en contar esta historia pero creo que hay confianza para ello.

PD: Ella también os manda una sonrisa de oreja a oreja.

Unknown dijo...

Amigo Híspalis, la historia queda en segundo plano ante la imagen de Laura.

Sonreír ante un problema... tan fácil a priori, pero en la practica... Desgraciadamente eso solo pueden hacerlo los niños. O afortunadamente.

Saludos y un beso muy fuerte para Laura.

La gata Roma dijo...

¡Pero que linda está y que linda es! La verdad es que es sorprendente lo inteligente que son los bebés. Imagino que esas cosas se pierden con la edad, como el número de veces que sonríes. Reirse es necesario, tanto como llorar, no lo olvides.
Kisses miles para los dos

sevillana dijo...

Lo que más me ha llamado la atención son sus ojos y esa mirada tan limpia y como bien dice la gata, el llanto a veces también es necesario.
Besitos para ambos

Les Corts dijo...

En su momento no lo hice, ni siqiera te agradecí aquel premio.

Espero sepas perdonarme. Gracias por tus comentarios.

Un abrazo

Isis dijo...

Supongo que será fácil convertir días grises en cielos turquesas con sonrisas como las de Laura. Da gracias todos los días por tener esas sonrisas en tu vida, porque hay quienes no las tienen para mitigar sus nublados. Ojalá todos fuésemos como niños a la hora de afrontar nuestros problemas, la vida sería así mucho más sencilla de lo que a veces la hacemos.

Un beso muy fuerte y gracias por compartir esta historia con nosotros.

Gracia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
el aguaó dijo...

Amigo mío, son los niños los que a veces nos enseñan algunas bases de la vida que creíamos aprendidas. Son ellos, con su inocecia aún entre las manos, los que, precisamente por eso, tienen la capacidad de ser sinceros y de buen corazón.

Laura te ha enseñado a ti y todos nosotros, lo que hay que hacer, aunque algunas veces cueste mucho trabajo.

Está preciosa amigo, y no olvides lo que te ha enseñado. Siempre p'alante querido Híspalis.

Un fortísimo abrazo para ti y un beso para ella.

aiNOha dijo...

Madre mia querido Híspalis, como pasa el tiempo!
Está pa comersela, que guapa!que grande! y que ojazos!!

Un beso mu grande, familia ^^

Anónimo dijo...

La sonrisa es un arma muy poderosa, se puede hacer tanto con ella.

Una sonrisa para ti y gracias por compartir la historia.

orfila dijo...

Bonita entrada, sentida de verdad.

En cuanto a la bichita, "no se pué sé más guapa". Qué ojos...

Un abrazo.

Reyes dijo...

¡que ojazos!
¿quieres ser mi consuegro?

Tu historia, bellísima. Gracias por compartirla y darnos tu confianza.

Herodes Antipas dijo...

Me vas a perdonar, pero es que tienes una hija tan bonita, que ahora mismo es que no recuerdo ni de que iba la entrada. Que tengais toda la salud del mundo para que la señora Hispalis y Tú, podais criarla. Seguramente, allá a la verita de los jardines del Valle, una mirada de Angustias, y un vacilante paso del Señor de la Salud, velan dia y noche por Ella y por vosotros dos.
UN fortísimo abrazo, familia...

Zapateiro dijo...

Donde más se nota que pasa el tiempo es en los niños, sin duda. Está ya enorme y muy linda, jejeje. ¡ Vaya estirón que ha pegado desde la última vez que nos la enseñaste!

A mí me ha pasado algo parecido con mi sobrina Candela -a la que adoro, por cierto-. Un día me invadió la impotencia y no pude envitar llorar delante de ella y se quedó inmóvil frente a mí, sin apartarme la mirada un segundo, y cuando pasaron algunos segundos me cogió la mano y me dijo sonriendo "tita no estés triste que yo te quiero". Le pedí que me abrazara y los lagrimones llegaron a ser como garbanzos. Lo que sentí no te lo puedo explicar, pero fue mi mejor consuelo.

Un saludo.

Juanma dijo...

Querido Híspalis, acabo de descubrir esta maravillosa entrada. La he leído emocionándome cada vez más, cada nueva línea escrita. Tener un hijo no es que sea lo mejor de la vida, es que es algo que ni siquiera podemos comparar con cualquier otra cosa. Lola y yo nos empeñamos en que Domingo, nuestro pequeño de 19 meses, se ría, además de esas 300 veces propias, otras 300 por las tonterías que le hacemos. Es alucinante cómo lo captan todo: cuando ella y yo discutimos por cualquier chorrada, él se queda muy serio porque, por fortuna, no está acostumbrado a vernos discutir. Basta darnos cuenta de que a mi hijo no le gusta vernos así para que se nos olvide todo y, efectivamente, terminemos riendo los tres. En mi blog puedes leer mi PASIÓN por Domingo, idéntica a la tuya por Laura.
¿Y sabes? Ya viene de camino Adela, quien será su hermanita.
Los puñeteros tienen el poder de hacer que la vida, con ellos, merezca la pena.
Un abrazo, querido amigo.

María_azahar dijo...

Una entrada casi tan preciosa como tu niña. Vaya Ángel del cielo que tienes en casa. Cuídalo.